sábado, 25 de agosto de 2012

CUMPLIR AÑOS


   Parece que fue ayer cuando siendo un pipiolo atontado por los despertares a la vida sentí la primera llamada del amor hacia una chica, más bien niña; una vecina cercana en la rancia ciudad provinciana donde nací y  me crié...Esos incesantes latidos del corazón adolescente, ese nerviosismo, ese "no dormir", llega a mi con una sonrisa en la boca que más bien se parece a una amarga  mueca. Pasaron los años y fui creciendo en todos los aspectos menos en el atontamiento de los amoríos que se han ido sucediendo a lo largo de esta trayectoria vital. Mi facilidad para enamorarme ha rozado los límites de la cordura y miles han sido los sufrimientos internos padecidos por tantas y tantas mujeres que llamaron a mi corazón. Lo peor es que la mayoría de las veces esas llamadas solo las escuchaba yo y la falta de correspondencia, hacían aún mayor  mi desasosiego...
Llego a los sesenta y cinco años y me miro al espejo y veo la triste realidad. He llegado al punto semifinal de mis correrías amorosas porque hay que ser objetivo y dejarse de pamplinas sentimentaloides que no hacen más que fomentar desesperaciones y desengaños inútiles. ¿Dónde vas Jesús?, me pregunto al ver mi marchito rostro cansado por el paso del tiempo...¿Dónde vas si no puedes ya ni con el alma arrugada que tienes?
Llego desesperado un año más al día que cumplo años y más este que paso a engrosar la hasta ahora edad en que dejarás de ser útil a la sociedad.Me echo las manos a la cabeza y trato de analizar mi recorrido por la vida llegando a una sencilla conclusión: Hice el idiota y lo he hecho con ganas.
¿Recompensas? Ninguna. Como mucho algún buen momento que casi se diluye con el transcurrir de los años y poco más.Eso sí, muchos sufrimientos, muchas ilusiones en mi cabeza solamente y falsas esperanzas creadas por mi gran imaginación. Alguien tacharía estos amoríos míos como platónicos cosa que es posible que alguno lo haya sido aunque creo que lo peor es sentir en la actualidad que perduran en mi corazón como algo atesorado con el tiempo. Reconozco que la mayoría solamente han sido fruto de mi descabellada mente blanda en estos menesteres.
Ahora, llegado este 26 de agosto de 2012 en  que "celebro" el día que tuve la suerte o desdicha de venir a este mundo, es momento de reflexionar y también de agarrarse la cabeza tratando de no perderla en el tiempo que pueda quedarme  e intentar serenar las ideas y lo que es más, mi corazón... pero yo sigo preguntándome. ¿Será mejor dejar las cosas como están y dar libertad al destino? Aquí está el terrible dilema.
 "El otro"Jesús Trapote