Cuquina se ha ido. Se ha ido en silencio sin apenas decir “Guau”. Se nos ha subido en una algodonada nube diminuta como ella y ha ascendido al paraíso donde van todos los que nosotros, los humanos, llamamos animales. Lo triste de esto es el desconsuelo que deja en los corazones de quienes fueron sus para mi, mal llamados dueños; y lo digo porque quienes amamos a los animales nos somos dueños de nada sino más bien, padres y hermanos imprescindibles para ellos…
Opino que si existieran convencionales esquelas para estos seres llamados de compañía, en la de Cuquina tenía que aparecer la frase de: “Sus desconsolados padres, Chusina y
Es muy posible que en ese paraíso animal donde ahora ya corre alegre Cuquina, se haya encontrado con mi querido gato Pitín, quien también me abandonó en la fría mañana del 3 de enero después de convivir conmigo nada menos que 17 años. Ella, juguetona y saltarina que lo era, provocará a mi longevo Pitín quien, al ser mayor que ella, quizás le responda con un cariñoso bufido de intolerancia debido a la edad; Cuquina no conforme lo contestará con su fino ladrido hasta que por fin, intercambiando comunicación con su lenguaje que solo ellos conocen, se fundirán en una sana e inmortal armonía..
Mientras nosotros, los amantes de los animales aquí en lo que llamamos vida, seguiremos desconsolados buscando a todos estos seres vivos que un día, sin que podamos comprender y menos aceptar, decidieron partir hacia otros rumbos desconocidos…
¡Qué bonito es soñar con fantasías literarias!, pero lo cierto es que aunque Cuquina se ha ido físicamente, sigue en nuestros corazones para siempre y mucho más en el interior de esos inconsolables Chusina y
5 de mayo 2011